Juan Pablo Ampuero entra y sale de todos los espejos
- Ricardo Herrera Alarcón
- 6 sept 2021
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 8 sept 2021
[Presentación de El espejo en el desván, Bogavantes, 2021]

Has hablado bastante y estás triste
Quisieras un paÃs de sueño
Donde las lunas broten de la tierra
Donde los árboles tengan luz propia
Y te saluden con voz tan afectuosa que tu espalda tiemble
Donde el agua te haga señas
Y las montañas te llamen a grandes voces.
Y luego quisieras confundirte en todo
Y tenderte en un descanso de pájaros extáticos
En un bello paÃs de olvido
Entre ramajes sin viento y sin memoria
Olvidarte de todo y que todo te olvide.
Vicente Huidobro
Por Ricardo Herrera Alarcón
Intentaré acercarme a El espejo en el desván y a su autor desde mi experiencia personal, desde mis recuerdos y desde allà reconstruir su imagen y su escritura, haciéndome eco de las palabras de mi amigo el escritor Pablo Ayenao, quien señalara que quizás es necesario acercarse a los libros desde los afectos. Pues bien, cada vez me convenzo más de esas palabras, y desde ese convencimiento abordaré la responsabilidad que Editorial Bogavantes me ha encomendado de presentar esta novela póstuma.
El escritor Juan Pablo Ampuero sabÃa bien que la vida no era un cuento. Su suicidio a los 57 años, un 14 de julio de 2002, es el sino y signo de una vida donde quiso poner en el centro a la literatura y los sueños. En sus libros son recurrentes las señales en ese sentido: Relatos y retratos, Detrás de los espejos, Sobre sueños y plumajes, entre otros tÃtulos, dan cuenta de ese afán por escudriñar lo que se esconde más allá de lo aparente, esa realidad secreta de que nos habla Teillier, esa conversación en la penumbra a que nos invita Eliseo Diego.
Juan Pablo Ampuero corresponde a ese tipo de escritor que recorre los géneros y va de uno a otro: es un poeta que también escribe cuentos y novelas y que no le hace el quite al ensayo. Se habla de un ensayo inédito sobre la conmemoración de los 30 años de ausencia de Teófilo Cid. Creo que ese es un gesto importante de su obra. Volveré más tarde sobre aquello.
Ampuero no fue un escritor precoz, lo que también me parece una buena señal en un paÃs donde todos quieren ser Rimbaud. Su primer libro fue publicado en 1985 a la edad de 40 años. No me es difÃcil imaginar esos años en Temuco: los vivà siendo un adolescente que de alguna forma me enteraba de lo que hacÃa ese grupo ligado a la Sech. Años de dictadura, de violencia y también de fraternidad y bohemia. SerÃa bueno señalar que a media cuadra de mi casa vivÃa el gran poeta Guillermo Chávez, autor del mÃtico Malditos y benditos, Las iras de Dios o Los cuentos negros de Tadeo Luna, a quien yo solÃa visitar regularmente para hablar de poesÃa. Allà conocà también a Hugo AlÃster que habÃa publicado hace poco Porque ya no somos niños. Y creo no equivocarme si también atisbé en alguna ocasión en mi casa a Juan Pablo Ampuero visitando a mi padre. Otros autores de esa época que leà tempranamente fueron Bernardo Reyes y por supuesto, Elicura Chihuailaf. También a Guido Eytel, quizás el ejemplo más importante en nuestras letras de que la literatura es cualquier cosa menos una carrera de caballos. Guido debe ser ese raro tipo de escritores que no publican pero se imponen a pesar de ello, al estilo de Rubén Jacob o nuestro querido Gerardo Araneda.
La imagen de Ampuero tiene aún ese aire de mistificación y clandestinidad de esos tiempos de oscuridad ochentera. No podrÃa decir que es un autor olvidado: la mesa de escritores que llevó su nombre largos años, hizo que su memoria permaneciera y cruzara algunas generaciones. Pero creo que existe aún una deuda con su obra y su escritura. Recuerdo una larga conversación con su amigo Jorge Romero sobre su figura y sus andanzas, con el entrañable Luis LabrÃn, largas tardes recordándole junto a AnÃbal Barrera. No hay duda de la admiración unánime de sus pares.
Sin embargo, insisto, hay una deuda con su obra. Su obra poética deberÃa ser reeditada. Dije más arriba que Ampuero reivindica un tipo de autor que para Jaime Pinos viene de Lihn y se extiende a autores más jóvenes como Nicolás Meneses o Enrique Winter. Y yo señalarÃa, en Temuco, como Ayenao, RodrÃguez o el joven Ricardo Olave: escritores que cruzan sin complejos de un género a otro. En eso Lihn fue un maestro, uno de los primeros en nuestro paÃs. No es extraño entonces que estemos hablando de una nueva novela de Ampuero, de la novela de un poeta.
El espejo en el desván es una novela que podrÃa clasificarse en lo que Iván Carrasco ha llamado la literatura etnocultural, es decir, aquella en que se cruzan distintas culturas y donde algunas predominan sobre otras, de manera forzada o en diálogo intercultural. Es una novela que se suma a una tradición de textos narrativos que intentan reconstruir una parte de la historia de nuestra ciudad, como Sangre vertió tu boca, de Eytel, La edad del perro, de Leonardo Sanhueza, El Sur, de Daniel Villalobos, o Ciudad sur, de Luis MarÃn. En estos textos existen más semejanzas de lo que se podrÃa creer: en cada una está la reconstrucción de un sur Ãntimo, ligado a la biografÃa inmediata, más a la realidad que a la ficción. Yo creo ver allà a El espejo en el desván, una corriente más de ese rÃo narrativo, de esa tradición donde cada voz aporta lo suyo.
Cuando leà la novela me hizo recordar Solo de orquesta, de Enrique Valdés, donde se narra la historia de los autores ligados a Nueva York 11, es decir, a la figura de Jorge Teillier. Yo creo que también Ampuero toma sus personajes de la vida real, los viste de su experiencia. Es, por ejemplo, un alter ego del poeta el personaje del loco Trinkel? Quién es el profesor y poeta Julio César Bezanilla? Faustino Calfumán y su compadre Jacinto Mendoza? Y Lincoyán? Rayen y Sara? Los personajes de El espejo en el desván se dibujan con claras caracterÃsticas identitarias. Es una novela donde los protagonistas del conflicto étnico en que nos vemos sumido están presentes; es, por lo tanto, también una novela de crÃtica social donde se toma partido por los desposeÃdos y marginados. Pero es también una narración de un alto tono lÃrico. Como alguna vez señaló Bolaño, es en las novelas donde podemos encontrar, a veces, los más altos momentos de poesÃa. Eso se encuentra en El espejo en el desván. No es un experimento lingüÃstico, no es un texto neovanguardista, no es la metaliteratura su afán: es una novela que detrás de su aparente realismo esconde elementos fantásticos que de a poco se van revelando a través de la lectura.
Yo tiendo a creer que Ampuero era una suma de las caracterÃsticas de varios de estos personajes, que le fue a dando a cada uno de ellos una parte de su vida y su biografÃa. O asà lo quiero imaginar o asà lo iba imaginando desde que leà por primera vez esta novela y me entusiasmé con ella y compartà el primer borrador con mis compañeros en la editorial Bogavantes, mis amigos Luis Riffo y Marcela Vidal. Mi agradecimiento al trabajo que realizaron, y que hago extensivo a la viuda del poeta, Sylvia Cortés, y a la confianza que depositó en nosotros y que hace posible que esta novela póstuma de Juan Pablo Ampuero pueda estar hoy dÃa con ustedes.