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Juan Manuel Mancilla

Claudia Hernández: "La poesía se nutre de mis oficios paralelos"

Por Juan Manuel Mancilla

(Fotografía de Ricardo General)

Claudia Hernández es dramaturga, actriz y poeta. Vive en La Serena. En el ámbito de la dramaturgia ha publicado Antología Palabra de teatro, Fondo editorial Manuel Concha; Textura en extinción. Albricias ediciones; Primera fila, Caronte editores (Valparaíso), y La guillotina (Coquimbo). Es autora de los poemarios Por asalto, Carnario, Multigrafías, Ardida. Ha sido incluida en las antologías poéticas Albricias, poesía femenina contemporánea, La Serena, y Poesía en rojo. Oaxaca, México. Ha recibido los Premios editoriales región de Coquimbo (poesía) y Becas de creación del Fondo del libro, CNCA (dramaturgia). Últimas obras de teatro: Olla común, Descarrilados, Laringe y espada. Premio poesía inédita Stella Díaz Varín 2018, por el poemario Ardida.


La mayor parte de tu trayectoria artística la has hecho en La Serena. ¿Esta permanencia local de qué manera se manifiesta en tu textualidad? ¿Cuán relevante es la escritura situada para tu proyecto? Pues preguntarse por la cuestión identitaria es una clave importante para los y las escritores de la zona, pensando primeramente en Mistral, por ejemplo.


En mi escritura dramática es fundamental. De máxima relevancia. O al menos la pulsión inicial es crear y recrear desde la letra con arraigo en el territorio. Responderse preguntas e instalar otras… La única certeza es el paisaje. El lugar que se habita y por lo tanto se conoce y te importa. Lo identitario, la memoria de lo que se destruye, de lo que se termina. Ficción y crónica libre, testimonios, documentos, investigación, pero sobre todo poesía. Es el intento íntegro pero interesado de instalar otra parte de Chile en las tablas nacionales. Se da espacio a los otros mundos que nos construyen, la ruralidad y su sabiduría, oficios que se niegan a desaparecer por efecto de nostalgia, la sequía que azota nuestros nortes, lo mestizo, los ancestros desconocidos y la historia sangrienta de dichos espacios y personajes vociferantes desde más allá de la muerte. Y en cuanto a la poesía, la pollera mistraliana viene con la vaguada, es reversible y translúcida, lo permea todo… es una madre inmensa, y una amante intensa.


De profesión eres actriz, directora y dramaturga. De hecho, sigues desarrollado actualmente una importantísima labor docente en tales disciplinas. ¿Podrías referir tu labor con las distintas compañías teatrales con las que has trabajado y cuál ha sido la respuesta de la comunidad frente a esa labor cultural?


Sí. Aún comparto saberes relacionados con las artes escénicas entre estudiantes universitarios, profesionales del área de la salud y pobladores del sector en que habito (Las Compañías, que prefiero llamar Tequirque). He trabajado con muchos y diversos equipos, pero entre los proyectos que he fundado están principalmente la Compañía Teatro del Viento que estrena su primera obra, Valle del eco, el año 1995, y hoy circulamos con Descarrilados, Olla común y Secreto a voces, que son nuestros estrenos más recientes; el Grupo de Teatro Experimental de la Universidad de La Serena, que nace el año 2001, estrenando generalmente creaciones colectivas, y vuelve con fuerza este 2022 luego de dos años congelados por crisis sanitaria, con la obra Distanciamientos, y finalmente el Teatro Experimental de Las Compañías, de reciente creación y en plena pandemia, con quienes estrenamos La décima compañía y actualmente en montaje de la obra Cuenta pública. Estos tres proyectos colectivos de creación llegan a muy diversos públicos, sin embargo con búsquedas similares, ya que se confluye en los temas de identidad, historia y memoria. El desplazamiento por los territorios, sedes sociales, salas de teatro, colegios, patios, encuentros artísticos, canchas, plazas y calles de la ciudad profundiza el bagaje de los equipos y aporta a la generación de audiencias, por lo que ha sido siempre una experiencia enriquecedora para toda la comunidad o el ecosistema de las artes escénicas.


En tal sentido, ¿podrías contarnos si el arte escénico se cruza con tu quehacer poético? ¿Si acaso alguna dimensión del teatro interviene/interfiere en el desarrollo de tus procesos escriturales?


Es así. Me acuso de escribir dramaturgia bajo el influjo poético. Me acuso de solventar con retórica lo que debiera atacar desde la acción, y es que escribo con la misma mano, por lo que no tengo reparos en tal mixtura, incluso donde no se puede o no se debe para la norma dramática, siempre he dejado caer la bomba de la poesía. Las bocas de algunos personajes están llenas de lirismo, y habría que lavarles esa boca con jabón europeo a ver si se le quita la maña de poetizar. Y es que a veces hablan por su cuenta casi sin mi concurso, son de aquellos personajes que se toman la palabra desde una psiquis libertaria. La interferencia se da en ambas direcciones/dimensiones. También la poesía se nutre de mis oficios paralelos, de la plástica, la pedagogía y etcéteras que incluyen el jardín, la investigación y lectura apasionada de tópicos y autores diversos.


A propósito de lo anterior, ¿cómo separas o confluyen tus “dos manos” escribientes: una dedicada a la dramaturgia y la otra a la poesía?


Ya ves que parecen unidas. Son afluentes que llegan al mismo río, pero sin problemas podrían negarse, como el síndrome de la mano loca o mano ajena. La poética me hostiga a la dramática, y la dramática intenta ser digna de sí. Inmediatamente pensé en las manos que se dibujan a sí mismas de Escher… Las limitaciones están dadas en el acabado de cada proyecto escritural. Por lo general, si estoy cabalgando sobre una pieza dramática me cuesta mucho encontrar el espacio para ese poema que emerge a borbotones, así que debe esperar su turno para ser traído a este lado del espejo. Y viceversa.


En cuanto a tus intereses artísticos y literarios, ¿con qué autores dialogas o polemizas y si tu propia escritura la podrías/quisieras filiar con algunas corrientes o movimientos nacionales o internacionales? ¿O no te sientes formando parte de ninguna propuesta externa?


Soy una profunda admiradora del surrealismo y del realismo mágico. Salto vallas hípica y épicamente. Entre Brecht, Artaud y Barba en lo teatral. El arte como instrumento y como fin en sí mismo. Realismo socialista y libre albedrío creativo… Vallejo y Storni, Mistral y Bombal. Galeano y Garro. Nin, Cortázar, Pizarnik, Violeta… Pero también el malditismo y lo beatnik. La búsqueda jamás termina, y nos queda tantísimo por leer y por experimentar, entonces las aguas que nos transportan, estos flujos de ideas, palabras e imágenes comienzan a formar una amalgama que sólo se diferenciará por los códigos de tu aldea, y este tronar del viento cuando mece o azota nuestras crines. Imbuida actualmente en lecturas filosóficas feministas y en el redescubrimiento de personajes femeninos de nuestra construcción latinoamericanista. De estos encuentros (in)esperados entre aguas diversas nuestra nave habrá de viajar a saltos hacia el paisaje añorado.


Hoy pareciera que el arte se ha descargado de su responsabilidad política o que no es asunto de relevancia prioritaria para construir la sociedad. ¿Cómo asumes la posición de escritora en tal escenario? ¿Crees o no que la literatura debería mostrarse desafiante y ser resistencia frente a los poderes hegemónicos del mundo actual, incluyendo la llamada crisis de la representación democrática?


La creación no puede tener bridas ni riendas, y precisamente por ello debe alzarse desde la libertad y desde la resistencia como camino descolonizador y contracultural. Es parte de la misión descerrajar los espacios institucionales, encender las hogueras para recuperar nuestra historia, orientarse hacia el lado del corazón y hacia el color de la sangre. Dotar de palabras y acciones nuestra fortaleza frente a la hostilidad y la ignorancia de los poderes. Tomar tu lugar en el juego, tener postura frente a la realidad, construir el poder popular tan manoseado en discursos y con tan escasa praxis… Andrés Pérez, director y bestia teatral chilena, se declaraba militante de la belleza, y así como él todas tenemos nuestras causas, cauces y canales para preñar de fiesta los panteones del conocimiento.



Variación vibracional


Los caminos están ahí para mí

para todas o ninguna

Toca las plumas que no salieron de tus alas

Abrázalas con la fuerza del sino

Con el amor

Con el placer y el sueño del nuevo día

Alza tu ánima en la máxima expansión hacia todas direcciones

para tu intento de micro galaxia

Ríe con las fuerzas que te trajeron al mundo

Sube a las colinas los árboles las rocas

Mira desde tu padre

Mira desde tu madre

Sube a la cabeza de lo humano y ríe con lágrimas por la verdad

Que a tus órganos principales les crezcan alas

son efectos secundarios de la gran apertura

Ver a través, encima y alrededor

Soportar los hedores de lo humano

Los fulgores de lo divino

Sacar fuerzas de la ancestra con que construyeron tu hora

De los huesos que cimentaron ciudades

De lo que brillaba desde antaño ante tu puerta

Corazón, corazón púrpura blanco y amarillo

Corazón de corazones recorriendo las esquinas de toda estrella

Somos tú y yo

Somos nosotras respondiendo a las claridades en el cielo

De donde viene toda luz…


(Fragmento del poemario Ardida)

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